ESTO TAMBIÉN ES SAN ROQUE
En Llanes somos meteorólogos durante las semanas previas al día de San Roque. ¿Se nos da bien el estudio del tiempo? No tenemos ni la más mínima idea. Aunque lo que sí podemos afirmar con certeza es que somos muy de San Roque. Y como fieles servidores, intentamos predecir qué nos deparará el 16 de agosto. Porque nos lo enseñan desde pequeños: ¡lo único, que no llueva!
El día de San Roque supone la culminación de dos semanas de ajetreos, preparativos, sufrimientos… Y es el mejor día del año. Por lo que depara en sí y porque culmina todo lo realizado. Colocar los palos, la Novena, adornar, limpiar, corregir, preparar, ensayar… ¿Para qué? Porque si se quiere disfrutar plenamente, hay que tenerlo todo impoluto. Recuerdo con especial cariño, al acabar todos estos preparativos, las típicas frases de “el próximo año me retiro, esto ya no lo puedo volver a hacer”. Y, ¿saben qué? ¡por supuesto que vuelven!
Todos los sanroquinos llevamos prendidas del corazón unas siemprevivas y ¡vaya quebraderos de cabeza nos dan! Cuando aún queda más de medio año para agosto y se empiezan a evidenciar las preocupaciones: “Es que no vamos a tener y como tengamos que utilizar statice , yo ya no sé…” Pero, al final, siempre hay. Dan para el Santo, para la Capilla, para la Basílica, para las solapas e incluso para los curiosos forasteros que se maravillan por primera vez.
Forasteros como los que, durante el invierno y comienzo del verano, dirigen sus pasos hacia Santiago de Compostela la ciudad en la que estudio y que está enlazada con Llanes a través del Camino Primitivo. Curioso vínculo el que mantiene mi vida siempre unida a San Roque, a su Capilla y a su festividad. Me pregunto en ocasiones si estos numerosos peregrinos que celebran su hazaña en el Obradoiro habrán pasado por nuestra Capilla... No suelo tener respuesta aunque solo con imaginarla me basta.
Y es que San Roque está siempre presente, desde enero a diciembre. No solo lo veneramos en agosto, sino en el día a día de cada año. Recordamos, revivimos, revisamos y realizamos todo de nuevo. Todos somos partícipes, mayores y pequeños; todos los que nos juntamos el Día Grande, vestidos o no de porruanos, llaniscas o peregrinos, llevamos la misma emoción por dentro durante los 364 días restantes.
Porque esto también es San Roque. Todos los sufrimientos y trabajos previos, todas las anécdotas y todas las historias que se unen a ese momento culminante de la festividad y forman “San Roque”. Una conexión perfecta que desemboca en lo que celebramos y festejamos: unión, círculo o vida. Sí, San Roque es, ante todo, vida.
Eugenio Muñoz Fernández
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