LA HISTORIA DE LAS FIESTAS EN EL S.XX A TRAVÉS DE LOS PROGRAMAS
La Historia de las Fiestas en el siglo XX a través de los programas
Un acto fundamental en toda fiesta, y que la precede, como un aperitivo esperado, es el Programa de Festejos. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, un programa, no es más que una declaración de lo que se piensa hacer en una materia, y ésta es en verdad su función cuando se consulta en el momento de su publicación, pero si revisamos estos programas pasados unos años, el interés va a ir por otros caminos, como por ejemplo, ver la evolución que han sufrido las fiestas, novedades que se han ido sucediendo y, dado que la mayoría de los programas de mano se realizan con el soporte financiero del comercio local, incluso ver la evolución de éste último.
Mi intención en este comentario sobre los programas es apuntar una serie de hechos que me han parecido curiosos, al revisar los publicados a lo largo del pasado siglo XX, aunque hay que dejar constancia que las Fiestas de San Roque en Llanes disponen de programa, que se sepa, desde el año 1884. Estos programas siempre se editaron en formato cuadernillo, a excepción de unos años en los que era un díptico, este periodo abarca los años 70 y 80 del pasado siglo. Afortunadamente, desde 1995, se ha vuelto al formato libro, y esto ha sido posible por la inserción de la publicidad. Ello permite disponer de espacio suficiente para incluir comentarios, fotografías antiguas, estrofas de la danza prima (algunas de ellas casi olvidadas), así como un anecdotario de las fechas más relevantes, lo que permitió ir celebrando ya algunos centenarios de nuestras incomparables fiestas. A manera de ejemplo, en el programa de 1941 se nos recuerda que nuestro emblema de las tres siemprevivas y la hoja de hiedra se implantó en 1886, siendo recordado con una celebración a los cien años. Otra efeméride recordada en el programa de las fiestas de 1895, es la utilización por primera vez de luz de magnesio, en el año 1871.
Desde luego, no es mi intención hacer un relato pormenorizado año por año, si no resaltar lo que, a mi juicio, me pareció más curioso. Por ejemplo, y dentro de las actividades festivas, era bastante habitual el organizar corridas de toros, y así, en las fiestas de 1935, se organizó una novillada en la que uno de los novilleros era Manuel Rodríguez, aquel que posteriormente se hizo famoso con el apodo de “Manolete”, compartiendo cartel con Arturo Espinosa, “Armillita”, que como decía el programa, además de ejecutar las suertes habituales, ejecutarán la de “Don Tancredo” y los saltos de “la garrocha” y “el trascuerno”. Pero no fue éste el único acontecimiento taurino, sino que, en el año 1945, se celebraron dos novilladas, el primer día lidiaron cuatro novillos de la acreditada ganadería Contreras de Toledo los matadores Alfredo Corrochano y José Ignacio Sánchez Mejías, y el segundo día lidiaron igualmente cuatro novillos de la misma ganadería, los afamados novilleros Joaquín Rodríguez “Cagancho”, Joaquín Salas y Pedro Gómez “Toledano”. Ese año, tras la novillada, se celebró un desfile de las jóvenes del Bando, ataviadas con el traje de aldeana llanisca, desde la Plaza de Toros hasta las calles del Castillo y Nemesio Sobrino para, a continuación, iniciar la romería y posteriormente la Danza Prima. Las corridas de toros, tan habituales durante los años 40 del siglo pasado, fuero paulatinamente desapareciendo, al mismo tiempo que la plaza de toros y la “Peña Taurina Llanisca”.
Dentro de los acontecimientos deportivos hasta principios de los años 60, era muy habitual la celebración de campeonatos de bolos, los cuales se disputaban primero en la bolera de la Vega de La Portilla y posteriormente en la bolera del Bar Palacios, la primera, hoy en desuso, y la segunda, por desgracia, ya desaparecida. Y, como cosa anecdótica, apuntar que en el año 1954, y dentro de la celebración de nuestras fiestas, se celebró en la bolera del Bar Palacios la final del Campeonato Nacional de Bolos de Primera Categoría, disputándose la Copa de S. E. el Generalísimo.
Otras celebraciones deportivas que tenían un apartado especial eran las competiciones náuticas, por ejemplo, en el año 1942, y aprovechando la Jira que se celebraba al Paseo de San Pedro, se organizó la Primera regata de barquillas de cuatro remeros y timonel, con el recorrido de Punta del Guruñu a Punta La Torre y vuelta, igualmente e celebró con el mismo recorrido, aunque a una sola vuelta, una regata de botes individual, con premios en metálico de 125, 75 y 50 pesetas para los tres primeros de barquillas, y de 30, 20, 15 y 10 pesetas para los remeros de los botes.
En el año 1949 se celebró la travesía entre las playas de Toró y El Sablón, y también en los años sucesivos se hicieron la travesía desde Puerto Chico a la Compuerta (1961), y aprovechando las pleamares en el puerto interior, se celebraban competiciones de natación en las modalidades de 50 metros libres, los 50 metros espalda y 100 metros libres; y en el año 1962, el primer descenso a nado del río Carrocedo. En esta competición participó un joven mexicano, oriundo de Llanes, que posteriormente fue olímpico con el equipo de natación de su país en las Olimpiadas de México. Pero, aparte de estas pruebas deportivas, había otras más lúdicas, como son las cucañas, concurso de pesca, concurso de castillos en la arena, suelta de patos, etc. Dentro de estas competiciones deportivas, merece reseñarse la Carrera Pedestre “1ª Vuelta a Llanes” (1943), con el recorrido: Paseo, Puente, La Moría, El Sablón, Paseo, Plazuela de San Roque, Matadero, Teatro Benavente y Paseo, con premios de 50, 30, 20 y 10 pesetas a los cuatro primeros clasificados.
El ciclismo también tuvo su lugar en nuestras fiestas y, aparte de las conocidas carreras de cintas, la primera de la que tengo noticias se celebró en el año 1895, en la Calle Nemesio Sobrino. En aquella ocasión, el jurado estaba formado “por distinguidas señoritas del bando que adjudicarán a los agraciados objetos de arte y cintas bordadas”. Se celebraron carreras ciclistas teniendo como escenario el Circuito de Santa Marina (1947); Ese mismo año, concretamente el día 24 de agosto, hubo una etapa de la IV Vuelta Ciclista a Asturias, cuyos corredores venían de Oviedo y, después de comer en nuestra villa, reanudaron la carrera con la etapa Llanes-Gijón.
Por supuesto que el llamado “Deporte Rey” también tiene cabida, y así se celebraron interesantísimos partidos de fútbol, enfrentándose el Llanes a diferentes combinados, por ejemplo, en las fiestas de 1944, en el campo del Sablón, se celebró “Gran partido de Foot-ball” entre los equipos Alumnos de Escuela de Vuelo sin motor y Rayo F.C. de Llanes.
Pero también, otros deportes menos populares tuvieron cabida en las fiestas a lo largo de los años, por ejemplo el Hockey, celebrándose un partido de desempate en los Campos del Brao (1935), entre dos equipos de señoritas de Santander y Gijón; ya decía la publicidad en su día que “el hockey es un sport muy interesante y nuevo en nuestra villa”. También reseñar la reunión de Lucha Libre Americana que se celebró en la Bolera del Bar Palacios, en el año 1956. Y, de forma esporádica, también se celebraron competiciones de tiro al plato y tiro al pichón.
Otro de los festejos que tenían gran tradición eran las Jiras, que durante los años 40 y hasta los primeros de los 50 se hacían al Paseo de San Pedro, aprovechando la ocasión para presenciar las regatas que se organizaban. Posteriormente, durante los años 50, las jiras se hacían al merendero de Las Mimosas, animando la tarde la entrañable y recordada Orquesta llanisca “Los Panchines”. Durante la vuelta de regreso a Llanes fue cuando se comenzó a desfilar con el “Perifando”; en la década de los sesenta éstas se realizaban al principio a Pancar y después a la Vega de La Portilla. La última Jira que se realizó fue en el año 1969, las causas que provocaron su desaparición quizás fueron varias, pero afortunadamente, en 1995 se volvió a recuperar esta costumbre de las Jiras, realizándose varios años a Tieves.
Ojeando los programas se observa que las fiestas de San Roque, en lo que se refiere a verbenas y romerías, fuero un poco itinerantes, no en cuanto a la manifestación religiosa y las celebraciones folklóricas de la mañana del día 16, la cual sigue manteniendo su epicentro en la Plaza de Parres Sobrino, aunque la procesión, por motivos logísticos se prolongó y varíó en parte de su recorrido en el año 1980, saliendo hacia El Sablón y continuando por las calles Genaro Riestra, Alfonso IX y del Castillo, para continuar después por el trayecto habitual. La última modificación, en el año 1997, amplió nuevamente recorrido para bajar por la Calle Nemesio Sobrino hacia la Plaza.
Por los años 30 y anteriores, las romerías y verbenas se celebraban en la llamada “Puerta de la Villa”, donde se colocaba un monumental kiosko y calles de Mercaderes, Castillo, Plazuela de San Roque y Nemesio Sobrino. Estos sitios fueron los habituales hasta casi 1960, posteriormente, y por imperativos del tráfico, se fueron haciendo en las calles Alfonso IX, Genaro Riestra, Avenida de Méjico, Paseo de Posada Herrera, Paseo de San Pedro, Plaza de Parres Sobrino, etc. Aproximadamente por los años 60 se comenzó a celebrar lo que se dio por llamar Kermesses, las cuales se diferenciaban de las verbenas en que, habitualmente eran de pago y el público asistía más elegantemente vestido. Estas Kermesses, igual que las romerías y verbenas populares, también fueron un poco itinerantes. Empezaron a celebrándose en los jardines del desaparecido Hotel Méjico, y después, sucesivamente, en el Parque de las Escuelas Nacionales, “Quinta Teodora”(1955), en la finca de los Sres. De Ballesteros (1959), en el Bar Palacios, en la finca del Instituto Nacional de Previsión (antigua finca Labra) o en el popularmente llamado recinto de “La Bombilla” (Palacio Duque de Estrada).
Como ya se apunta anteriormente, lo que quizás menos haya cambiado en todo este tiempo son las fiestas estrictamente religiosas, pero hay un dato curioso, y es que, en el año 1943, la imagen del Santo no salió el día 7 de Agosto desde su Capilla hasta la Iglesia Parroquial para iniciar el novenario, sino que lo hizo desde la Capilla de San Patricio en Pancar, donde parece ser que se había llevado para hacer unas rogativas por una grave epidemia de colitis, provocada por la pertinente sequía que se padeció ese año. Durante la mañana del día 16, y a la llegada del Santo a la Plaza, uno de los momentos más brillantes era la suelta de globos aerostáticos, costumbre que ya no se realiza desde el año 1946.
Una de las cosas que más ha traído de cabeza a las diferentes comisiones, por su alto costo y, a veces, por su disponibilidad, es el conseguir una Banda de Música para las celebraciones del Día Grande. Esto antiguamente, y, a la vista de los programas, no parece que fuera un gran problema, pues para las fiestas de San Roque siempre se dispuso de Bandas Militares, que procedían de puntos muy diversos. En la relación de ellas comenzaré por la Banda de Ingenieros Zapadores de Madrid, que dirigía el maestro Pascual Marquina, autor del mundialmente famoso pasodoble España Cañí, interpretado por primera vez en Llanes en 1922, quedando posteriormente como himno del Bando. La banda, que acudió durante doce años consecutivos a nuestros festejos (desde 1921 a 1933), fue posteriormente dirigida por el maestro Contreras. Pero, como comentaba anteriormente, fueron muchas las bandas militares que tocaron en la procesión del Santo. Entre ellas citaré a la Banda de la Guardia Civil (1940), Banda de la Escuela Superior de Aviación de León (de 1941 a 1943 y 1950), Banda del Regimiento de Infantería San Marcial de Burgos (1944), Banda de Música de la Academia de Artillería de Segovia (desde 1945 a 1949 y en 1954 y 1955), Banda del Regimiento de Valencia (1951 y 1953). En el año 1952 se dispuso de dos bandas, la del Regimiento de Infantería de Simancas de Gijón y la de La Victoria de Salamanca, Laureada Banda de Música de la Academia de Ingenieros de Burgos (1959 y 1960), Banda del Regimiento de Infantería del Milán nº3, con guarnición en Oviedo (desde 1962 a 1976). Estas bandas permanecían en Llanes hasta incluso cuatro días, no solamente desfilando en la procesión religiosa, sino que daban conciertos y actuaban en fiestas y romerías. A partir de los años 80 ya dejaron de asistir a nuestras fiestas. Los motivos quizás fueran varios, por un lado, el cambio de reglamentación de estas bandas militares, y por otro, lo costosas que resultaban económicamente, por lo que se comenzó a traer bandas municipales. Al principio, la más asidua fue la Banda de Toro (Zamora), a la que siguieron, la Banda de música de Villaviciosa, la Banda de San Fernando de Avilés y, posteriormente la Banda de Música de San Martín del Rey Aurelio.
Como se ve, un repaso a los programas de fiestas nos trae un poco de historia y curiosidades de las mismas, pero que además, en el formato libro nos posibilita ir incluyendo anécdotas, fotografías, colaboraciones, etc., lo cual nos va a permitir, pasado el tiempo, ver su evolución. Pieza imprescindible para ello es la inestimable colaboración del comercio y hostelería llaniscos, pues sin su inserción publicitaria sería completamente imposible su financiación y edición.
Gabriel Sotres Fernández
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